Los chiles de México

En el uso del chile se encuentra, sin duda, uno de los rasgos más persistentes de la cultura mexicana. Desde aquella época en que los primeros pobladores comenzaron a recolectarlo, para después domesticarlo, se le ha utilizado sin interrupción y bajo un conjunto básico de premisas en cuanto a su manejo y procesamiento como condimento infaltable en nuestras mesas.

De la importancia del chile
en la época prehispánica da
cuenta no sólo esa vital pervivencia hasta la actualidad sino
también los registros que se tienen sobre él. Aunque seguramente se disponía de chile en la Cuenca de México, era uno de los productos que la Triple Alianza, encabezada por Tenochtitlan, exigía periódicamente a sus tributarios. Las provincias que debían entregar cargas de chile, entre 400 y 800 fardos, se encontraban en la región huasteca. No sabemos si la elección de las provincias que tenían que entregar chile era al azar o se debía a que el chile que enviaban tenía algunas características especiales; lo cierto es que era un producto muy apreciado. Se encontraba, por ejemplo, entre los productos que fueron almacenados y repartidos por Moctezuma Ilhuicamina al pueblo de Tenochtitlan en ocasión de una gran sequía y hambruna; los artistas que labraron la efigie de este señor en el cerro de Chapultepec contaron entre el pago recibido con dos fardos de chile. El imperio mexica no fue el único que exigió a sus tributarios la entrega de chile, se tiene noticia de que en su momento la ciudad de Tula y Texcoco también recibían cargas de ese producto. Aún en la época colonial, se tienen registros de la entrega de chile, junto con otros productos, como tributo a las autoridades. El picoso fruto tenía un valor proporcional a su frecuente y abundante uso entre la población de toda condición social.

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Tomado de Enrique Vela, Arqueología Mexicana, Especial 32,  Los chiles de México. Catálogo visual.