Balamkú. Un sitio maya en Campeche

Florentino García Cruz

Con las palabras mayas Balam, jaguar, y Ku, templo, se bautizó el sitio arqueológico hallado en noviembre de 1990 por el arqueólogo Florentino García Cruz y los custodios del Centro INAH en Campeche, quienes atendían una denuncia de saqueo. Se denominó el sitio con ese nombre, ya que en la parte central del friso superior del edificio al que haremos referencia, existe una deidad con aspecto felino.

Balamkú se encuentra en el sur del estado de Campeche, a 246 km de su capital. Está situado en un pequeño valle rodeado por bajos lomeríos y próximo al poblado de Conhuas. La región carece de ríos y lagunas, y la única fuente de aprovisionamiento de agua fueron las aguadas. El edificio afectado por el saqueo es una estructura piramidal de 1.15 m de altura que  contiene una subestructura de tipo palacio, cuya fachada hasta el momento ha sido puesta al descubierto en una área de 10 m de longitud por cinco metros de altura, hasta su friso superior. Esta fachada está totalmente cubierta con figuras policromadas modeladas en estuco.

Entre los elementos principales de esta decoración se encuentra la figura de una deidad de aspecto felino, de 1.35 m de ancho y 1.50 m de altura; está sentada de perfil, mirando al este sobre una faja decorativa con líneas quebrado-dentadas; presenta cinturón, pectoral y penacho y el extremo de la cola tiene la forma de una flor de lis.

Esta deidad tiene mascarones, representados de frente, con una longitud de 3.9 m de altura. Su nariz es ganchuda y las pestañas tienen forma de rayos en cuyo fondo se notan los ojos. El mascarón situado hacia el este presenta en el entrecejo una cabeza de serpiente, mientras que el del lado occidental muestra en el mismo lugar motivos en forma de flor de lis. De la comisura de la boca de ambos mascarones salen serpientes con las fauces abiertas mostrando la lengua y filosos colmillos.

Sobre cada mascarón se encuentra un tapir o danta de tres metros de longitud y 1.35 m de altura, representados de pie con el torso de frente y la cabeza de perfil. Sobre cada tapir hay un personaje de 1.50 m de altura, sedente. con las piernas flexionadas y las manos sobre el pecho. En el cinturón muestran una máscara de tipo olmeca y en el pecho otra máscara, quizá de jaguar o de la deidad solar Kinich Ahau. El personaje tiene también facciones de carácter olmeca, que nos recuerdan a las cabezas colosales de La Venta, Tabasco.

La cerámica recolectada en superficie puede fecharse entre los años 300 a.C. y 600 d.C., lo que, unido a los rasgos de carácter olmeca antes mencionados, nos permite fechar tentativamente los estucos hacia finales del Preclásico, cuando los rasgos iconográficos que identifican a los mayas no están aún plenamente definidos.

 

Florentino García Cruz. Arqueólogo, actualmente trabaja en Balamkú y Nadzcam, Campeche.

 

García Cruz, Florentino, “Balamkú. Un sitio maya en Campeche”, Arqueología Mexicana, núm. 5, pp. 59-60.

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