La escultura de Tezcatlipoca. Hipótesis de Guilhem Olivier

En otra dimensión, y con un planteamiento distinto al de Nicholson, el historiador Guilhem Olivier plantea otra posible interpretación del monolito grabado en cuestión. A continuación, transcribimos una síntesis de su análisis:

El epónimo símbolo de Tezcatlipoca, el espejo humeante, aparece en lugar de su pie amputado, el cual perdió después de violar a la diosa de la tierra, Tlaltéotl. Este conjunto iconográfico representa la fecundación de la tierra por el dios. El espejo de obsidiana simboliza la superficie de la tierra. Tezcatlipoca, en este mito, es similar a otros héroes que son víctimas de diosas ctónicas con vaginas dentadas; algunos mitos establecen una conexión entre el pie y el pene, como cuando la creación del fuego es asimilada a un acto sexual prohibido.

Esto explica por qué en códices y monumentos, el símbolo de guerra –agua/fuego– remplaza a uno de los pies de Tezcatlipoca. La relación de guerra y acto sexual se expresa, en lengua náhuatl, con el verbo yecoa, que significa “amor y hacer la guerra” al mismo tiempo. Guerrero seductor y transgresor mutilado, Tezcatlipoca, también llamado Titlacahuan (“Nosotros sus hombres”), es el dios del destino, quien refleja en su espejo la frágil condición humana (Olivier, 2001, traducción de Xavier Noguez).

Imagen: Escultura de Tezcatlipoca. Museo Nacional de Antropología. Foto: Agustín Uzárraga / Raíces.

Xavier Noguez. Licenciado y maestro en historia por la UNAM. Doctor en estudios latinoamericanos por la Universidad de Tulane. Profesor-investigador de El Colegio Mexiquense. Sus áreas de investigación son los códices del Centro de México y los orígenes de la tradición guadalupana. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Noguez, Xavier, “Una escultura de Tezcatlipoca”, Arqueología Mexicana, núm. 185, p. 11-15.