El color negro y los ancestros

Joel Palka et al.

Hallazgos sobre un nuevo estilo de cilindros efigie mayas de Laguna Pethá, Chiapas

Los cilindros duplicados

Urnas con representaciones de ancestros han sido halladas también en la Cueva de Los Andasolos, Chiapas (Navarrete y Martínez, 1977). Los ancestros eran de suma importancia ya que validaban el poder político y el acceso a los recursos. El color negro con el que está pintado el personaje apuntaría también hacia la imagen de un ancestro.

Los mayas de la época de la conquista solían pintarse el cuerpo de esta tonalidad. Justo así lo acostumbraban los lacandones históricos del área (De Vos, 1980, p. 174). Ya en las pinturas del Clásico Temprano de la cueva de Jolja’, al norte de Chiapas, se puede observar que los nobles mayas pintaban su cuerpo de color negro (Bassie- Sweet, 2010; Sheseña, 2007).

Es interesante notar que Ocosingo y Sibal vienen del nombre náhuatl para “el lugar del señor del negro-humo o tizne” (Becerra, 1980, pp. 233, 289). Sin embargo, es de señalar la asociación que en la cultura indígena de la región de Toniná se establece entre el color negro y las divinidades locales de la tierra. Estas entidades son consideradas los “dueños” de los recursos naturales, razón por la cual las personas deben presentarles ofrendas en las cuevas si quieren recibir los dones necesarios (Figuerola, 2010).

Un caso emblemático es el Cristo negro de Tila, quien se cree surgió de la cueva del lugar (Navarrete, 2000). Ya en la época colonial los tseltales de Oxchuc tenían por objeto de culto al dios negro llamado Icalahau (De Vos, 1980, p. 40). Estos dioses, según las fuentes coloniales, eran venerados en forma de pequeñas imágenes negras en los templos y cuevas (Navarrete, 2013, p. 115), como lo atestiguó Thomas Gage (1958, p. 281) en su viaje por Guatemala en el siglo XVII: “Cuando entramos en la cueva… encontramos el ídolo parado… era de madera, pulida en negro, como si fuera pintado o ahumado… era en la forma de un hombre con su cabeza y hombros… su mirada era severa con ojos alarmantes”. En este sentido, los cilindros idénticos de Pethá serían dos ejemplares de este tipo de representaciones sobrevivientes a los elementos naturales y a la destrucción llevada a cabo por los españoles.

Imagen: El cilindro 2 de Pethá, Chiapas, en la base de un risco, cerca de una cueva. Foto: Marvin Vann, Cortesía del Albion College.

Joel Palka. Doctor en antropología de la Universidad de Vanderbilt, Estados Unidos. Profesor de arqueología en la Universidad Estatal de Arizona. Director del Proyecto Arqueológico Mensabak y del Proyecto de la Cerámica Doméstica en Chiapas.

Josuhé Lozada Toledo. Doctor en arqueología por la ENAH. Profesor investigador de la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH. Director del Proyecto Aplicación de Técnicas Arqueométricas en el Estudio del Arte Rupestre de la Selva Lacandona y codirector del Proyecto Catalogación Registro y Análisis Arqueométrico de los Artefactos de Yaxchilán.

Alejandro Sheseña Hernández. Doctor en historia por la Universidad Estatal de Voronezh, Rusia. Investigador de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Especialista en semiótica, religión y epigrafía maya.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Palka, Joel et al., “Hallazgos sobre un nuevo estilo de cilindros efigie mayas de Laguna Pethá, Chiapas”, Arqueología Mexicana, núm. 179, pp. 78-83.