Los reyes de España en el Templo Mayor

Eduardo Matos Moctezuma

En agosto de 1978, y a pocos meses de haber iniciado los trabajos del Proyecto Templo Mayor, un buen día me hablaron del Estado Mayor Presidencial para decirme que los reyes de España, don Juan Carlos I de Borbón y su esposa la reina Sofía, visitarían nuestro país, y que en el programa se contemplaba una visita a las excavaciones del Templo Mayor de los mexicas. El horror se reflejó en mi rostro, ¿cómo decirles a tan altos dignatarios que la ciudad de Tenochtitlan había sido destruida por los españoles? Durante varios días estuve cavilando para salir de aquel entuerto. Finalmente llegó a mí la luz reveladora que me sacaría del aprieto.

La visita sería en la noche y la iluminación de la zona se prestaba muy bien para ello. Pedí que prepararan un cuarto donde colocaríamos varias de las piezas más relevantes que se habían encontrado en los meses previos. Llegado el momento, se presentaron sus majestades acompañados por el presidente López Portillo, su esposa y sus hijas. Empezamos el recorrido que tenía como comienzo visitar a la diosa lunar Coyolxauhqui. Frente a la monumental escultura, los reyes de España no ocultaron su asombro al ver aquella diosa decapitada y desmembrada que simbolizaba la diaria lucha entre el Sol Huitzilopochtli y su hermana, la Luna. La visita continuó por varios lugares del principal edificio mexica y algo que me sorprendió fue que la reina Sofía hacía preguntas que daban a conocer su buen manejo de la arqueología. Así, nos metimos en el tiempo y vimos algunas de las etapas constructivas del edificio y sus ofrendas. Realmente era impresionante ver cómo después de 500 años volvían a salir a la luz los vestigios del pasado con toda su carga de historia.

Se acercaba el final del recorrido y faltaba solamente ir al cuarto donde nos esperaban las piezas arqueológicas. Entramos y allí lucían espléndidas las esculturas de los dioses mexicas: Tláloc, con sus inconfundibles colmillos, que salían debajo de la bigotera propia de la deidad de la lluvia; Xiuhtecuhtli, dios viejo y del fuego, Señor del Año; máscaras de piedra y cuchillos de obsidiana y sílex… en fin, objetos todos ellos que guardaban estrecha relación con el simbolismo que el Templo Mayor encierra: lluvia y guerra, producción agrícola y tributo, vida y muerte… Había llegado el momento y comenté: –Llegamos al final de este recorrido, que representa una parte crucial de nuestra historia. Como ustedes saben, todo esto que hemos visto fue destruido a principios del siglo XVI por los españoles.

Ya saben sus majestades como eran estos Austria…

El rey soltó una carcajada y me dijo:

–Profesor: debería usted ser ministro de Relaciones Exteriores.

–Pues dígaselo a éste

–le respondí, señalando al

presidente de México.

Lo de “éste” se me salió sin querer. Pero lo dicho, dicho fue. Y es que su majestad sabía que ellos son Borbones, dinastía instaurada por Felipe V en el año 1700, y los anteriores reyes de España pertenecían a la casa de Austria. De esa manera evadí el problema de echarle en cara la conquista con todas sus consecuencias.

No fue mi único encuentro con sus majestades. Años después la reina Sofía viajó a México para un asunto de la Cruz Roja. El protocolo dejaba libre unas horas para que ella escogiera lo que deseara visitar. Escogió el Museo del Templo Mayor, pues en su primera visita no estaba aún construido. La llevé por las distintas salas y me volví a percatar de su conocimiento sobre arqueología. Manejaba nuestra terminología, como referirse a un objeto para preguntar sobre su “estratigrafía”. Después me confirmaron acerca de sus estudios sobre arqueología.

Pasaron los años. Una vez más acompañé a la pareja real a Cacaxtla. Un acto que quedó grabado en mi memoria fue que, al término del recorrido, se subieron al autobús que los aguardaba. Ella se dio cuenta que no se había despedido de mí y de mi esposa. Pidió que le abrieran la puerta y bajó para despedirse diciendo que si un día íbamos a España, avisáramos de nuestro viaje por medio de la embajada. Al comentar esto con una amiga, la restauradora Bárbara Hasbach, que reside en España, me dijo:

–No dejes de hacerlo, pues seguramente los invitará a comer o cenar, así son ellos.

Nunca lo hice. Sin embargo, guardo un grato recuerdo de estos personajes que un día vinieron a México y conocieron parte de nuestra historia…

 

 

Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.

 

Moctezuma Matos, Eduardo,  “Anecdotario arqueológico. Los reyes de España en el Templo Mayor” Arqueología Mexicana, núm. 156, pp. 86-87.

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