Tlazoltéotl, Señora de la noche en el tonalpohualli

Miguel León-Portilla

Página 4. El Tonalámatl de los pochtecas (Códice Fejérváry-Mayer)

Incluye ésta la representación de los tres últimos Señores de la noche. Otra diosa aparece, en primer lugar, a la derecha. Es Tlazoltéotl, diosa de la inmundicia, la que provoca el placer y asimismo purifica a los humanos. Está asociada al signo de mázatl, “venado”. Su rostro y cuerpo no tienen color. Sobresalen como atributos de Tlazoltéotl los manojos de hierba amarilla que lleva en las manos y que simbolizan las escobas con que debía barrerse el lugar de la purificación. El Códice Florentino expresa en relación con la “confesión” que se hacía ante esta diosa: “Bien se barría allí donde se colocaba el que iba a purificar su corazón” (lib. II, f. 14). El torso de Tlazoltéotl está desnudo. Dos serpientes rojas parecen envolverla. Una ofrenda con haces de leña, y sobre ella un corazón en posición invertida, aparece sobre otra encrucijada, junto al pie derecho de la diosa.

Debajo se mira otro corazón con una flor sobre él, probablemente símbolo del corazón purificado de quien se ha acercado a la diosa, del que se dice en el Códice Florentino que es moyomeláhuaz, “el que enderezará su corazón”. En el extremo inferior hay un templo sin techo, sobre el que se encuentra otro manojo de hierbas para el rito de purificación. Una chicuatli, “lechuza”, aparece en el templo. Es ella intitlan in Mictlantecuhlti, “enviada del Señor de los muertos” (Códice Florentino, lib. V, f. 7v), y, por tanto, se relaciona con el interior de la Tierra. Al pie del templo hay otra ofrenda de leña y hule.

En el centro de esta página aparece el octavo Señor de la noche, Tepeyollotli, Señor del monte, asociado al signo de tochtli, "conejo". Su rostro, pintado de rojo, ostenta asimismo una franja amarilla a la altura del ojo, que recuerda uno de los adornos faciales de Tezcatlipoca. Su tocado incluye un aztaxelli, "plumas de garza separadas", en tanto que, sobre su pecho, se mira el pectoral circular, uno y otro, atributos también de Tezcatlipoca. Con una mano sostiene el colgante que. como una especie de trenza, sale de su orejera. En la otra lleva una ofrenda de hule. Junto a su pie derecho hay un templo con techo cónico y flechado. En él hay otra ofrenda de leña y hule.

Abajo se mira otro templo, asimismo flechado. En su interior hay una vasija con salientes al modo de algunos braseros. Tres volutas floridas, ofrendas preciosas, salen a la derecha del templo.

Tláloc, dios de la lluvia, en el extremo izquierdo, se muestra como el último de los Señores de la noche, asociado al signo de atl, “agua”. Ostenta sus más característicos atributos: disco azul en el ojo visible, largos colmillos, la serpiente a modo de voluta que, en otras representaciones de Tláloc, da forma a sus “anteojeras" y a la parte principal de su rostro. En su tocado hay plumas de varios colores. Lleva su chiuhcozqui, "collar de jades”. En una mano tiene un hacha. Con la otra aprieta una especie de corriente o fluido amarillo que representa al rayo. Éste descarga sobre la boca de un lagarto. símbolo de la Tierra, que flota en el agua. Precisamente Tláloc se yergue encima del lagarto.

En la porción inferior de esta misma columna aparecen varias ofrendas. En una vasija con picos hay un corazón en posición invertida y sobre él una mazorca de maíz. A sus lados, un hueso y un cuchillo para el sacrificio. Abajo hay una corriente de agua; en ella dos pedernales y un círculo. En el extremo izquierdo, otra ofrenda de leña y hule.

 Con la efigie de Tláloc concluye la segunda sección del códice, en la que se tornan presentes los nueve Señores de la noche y algunas de sus ofrendas rituales. Elemento digno de destacarse es la presencia, en relación con varios de estos dioses, del símbolo de ohtlamáxac, “encrucijada de caminos”, posible alusión a que también consultaban estas páginas quienes, como los pochtecas, emprendían largas jornadas.

 

Miguel León-Portilla (1926-2019). Doctor en filosofía por la UNAM. Miembro de las academias mexicanas de la Historia y de la Lengua, del Colegio Nacional y de la National Academy of Sciences, E.U.A. Autor de numerosas publicaciones y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Miembro del Comité Científico-Editorial de esta revista.

Tomado de Miguel León-Portilla, “Página 4”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 18, pp. 26-27.