Una escultura de Tezcatlipoca

Xavier Noguez

Uno de los aspectos más interesantes de la cosmovisión de los nahuas prehispánicos del centro de Mesoamérica es el origen de las deidades de su panteón. Son complejas y, a veces, contradictorias las circunstancias míticas de su aparición en el universo, para ser percibidas por los seres humanos.

En esta nota haremos referencia a la aparición o nacimiento de tres importantes deidades mexicas: Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli. Del primero, “el señor de espejo de obsidiana que humea”, sobrevivió una representación escultórica incompleta, cuya interpretación todavía está en debate. Damos a continuación las características generales y atributos de este dios, con el objeto de aclarar su iconografía. De Quetzalcóatl y Huitzilopochtli también mencionamos datos generales de su primera presencia entre los seres humanos.

Tezcatlipoca, “el señor de espejo de obsidiana que humea”, en sus dos principales advocaciones como Yayauhqui y Tlatlauhqui, fue un dios muy poderoso, omnipotente, omnipresente y omnisciente, que poseyó un buen número de epítetos con los que fue conocido: Titlacahuan, Telpochtli, Tloque Nahuaque, Moyocoyani, Nécoc Yáotl, Tlaltipacque, Teyocoyani, Yohualli Ehécatl, Teotlale, Atlahua, Tepehua, por nombrar algunos. Además, tenía vínculos directos con deidades como: Itzli, Ixquimilli, Itztlacoliuhqui, Tecuhciztécatl, Metztli, Chalchiuhtotollin, Omácatl, Tepeyóllotl, Yacatecuhtli, Tlacahuepan y Tlacohcálcatl Yáotl. Su principal fiesta anual era tóxcatl (sequedad), que se celebraba en mayo.

Como en el caso de otras deidades, sus atributos se expresaron gráficamente. Queda aún el trabajo de una más sistemática identificación de éstos, en vista de que son numerosos y diversos. Predominan los espejos humeantes de obsidiana –que dan nombre al dios– colocados en la sien y/o como especie de “prótesis”, en lugar del pie izquierdo, elementos jaguarinos –muy visibles en el caso de Tepeyóllotl–, el tlachialoni, especie de visor circular mágico con secciones de color blanco y negro, un escudo de “mecates” con plumones (ihuimécatl) o completamente blanco (chimalíztac), y un tocado en forma de cono invertido, generalmente decorado con círculos blancos (¿anecúyotl?). Su pintura facial muestra franjas amarillas y negras (yayauhqui) o rojas y amarillas (tlatlauhqui). Las dos fechas que se asocian a este dios fueron 2 ácatl (caña) y 1 miquiztli (muerte).

Imagen: Tlatlauhqui Tezcatlipoca. Códice Borgia, lám. 21. Foto: Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.

Xavier Noguez. Licenciado y maestro en historia por la UNAM. Doctor en estudios latinoamericanos por la Universidad de Tulane. Profesor-investigador de El Colegio Mexiquense. Sus áreas de investigación son los códices del Centro de México y los orígenes de la tradición guadalupana. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Noguez, Xavier, “Una escultura de Tezcatlipoca”, Arqueología Mexicana, núm. 185, p. 11-15.